cuando te vamos amando lentamente,
cuando estás en nuestra carne y en nuestra sangre,
cuando cada gota se va dando despacio y cada día,
y nuestro dolor te es cercano y sonoro,
Señor, te siento dentro.
yo sé que mi angustia nada vale a tus ojos
y nada vale mi vida.
yo sé que mi dolor es más suave si se entrega,
pero tu sabes, Señor, que cada día te lo dono
sin buscar tus recompensas.
Tú sabes que cada momento te doy gracias
por el dolor que me muerde,
y te agradezco con amor la paz que el dolor no me quita.
y caigo sobre mí gritando en mi dolor
y mordido en mi angustia.
"Señor, llévame contigo".
y me quedas en el cuerpo
con sabor a salitre.
y me restas en la vida
con suspiros de eternidad.
pero Tú no me haces caso, y yo te lo agradezco.
porque es sólo, Señor, el temor a la vida.
porque es sólo, Señor, el temor a estar solo.
porque es sólo, Señor, la angustia de tener que seguir llevando
el peso de mi existencia.
Y yo debo morir por amor. Por ansías de unión.
no por miedo y temor a existir.
y no es, Señor, que le tema.
es que me pesa.
es que cuesta, Señor, seguir viviendo.
es que cuesta caminar sólo contigo,
porque Tú estas lejos aunque estés cerca.
es que la soledad llena de Ti es tan hermosa
que tiene un precio demasiado alto.
y subir cuesta.
para este mortal y débil corazón de hombre.
para este ser que es tan humano
que aún no sabe llorar.
para esta pequeña criatura tuya
que a veces tiene miedo
y quisiera refugiarse en Ti.
y te busca.
y Tú estás.
y no te encuentra.
por eso espero la caricia de Dios,
como el niño la suavidad de la madre.
porque todos tenemos nuestro niño dentro.
y Tú eres Padre.
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