miércoles, 11 de junio de 2008

Ofrecimiento a manera de prólogo.

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soy inútil, Señor.

como los versos salidos de mi mano.

y mi trabajo es inútil como yo.

y me afano y sudo y bajo y hago como si hiciera algo.

pero yo sé que todo es, Señor, completamente inútil y para nada.

y cada día me veo dando grandes manotazos en el aire

y queriendo contener el viento.

y calmar las olas. y resucitar los muertos.

y besar el corazón a los leprosos.

pero es inútil, Señor, completamente inútil.

Hoy como ayer.

mañana como siempre.

y Tú lo sabes bien.

y los hombres me pasan por mi lado

y no sé porqué no me escupen en el rostro cada día,

ni me esputan en la cara.

deben ser, Señor, demasiado buenos.

pero todo sería igual y sería inútil totalmente.

porque TODO eres Tú.

y en mis juegos de niño,

y en mi empeño por multiplicar los panes y las casas,

nada soy yo.

y todo eres Tú.

y yo lo palpo con mi alma cada día.

por eso mis versos son inútiles.

como yo y el viento.

sin Tí.

paséate, Señor, por estas letras.

por estos latidos de mi corazón.

y del tuyo.

de los dos.

como por tu propia casa porque tuyos son.

y entonces reposaran los vientos, y calmaran las aguas,

y levantaran los muertos y centuplicaran los panes y las casas.

porque serás Tú.

Tú.

Tú, hoy, ayer y siempre.

sólo Tú.

Porque nosotros, Señor, y Tú lo sabes,

"siervos inútiles somos".


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